miércoles, 21 de marzo de 2012

JAIME SILES


Lo hemos elegido porque su poesía es graciosa y rima muy bien.

Biografía:
Jaime Siles (Valencia, 1951) es un poeta y crítico español, catedrático de Filología Clásica.

Doctor en Filología por la Universidad de Salamanca, ha sido profesor en múltiples universidades europeas, director de la Casa de España (Instituto Cervantes) de Viena. En la actualidad es catedrático de Filología Clásica en la Universidad de Valencia y presidente de la Sociedad Española de Estudios Clásicos. Además de poesía escribe ensayos y crítica literaria.
 
La obra poética de Jaime Siles entronca dentro de la poesía española contemporánea con nuestra tradición de poesía de pensamiento y recoge las mejores manifestaciones que nutren esta corriente en Europa. Con un vocabulario abundante en términos abstractos, lleva a límites insólitos en nuestra literatura una palabra reflexiva e indagadora que se enfrenta al radical problema del ser: la identidad.

Entre sus traducciones figura la del poeta de lengua alemana Paul Celan, Hebras de sol.

Semaforos...semaforos
La falda, los zapatos,
la blusa, la melena.
El cuello con sus rizos.
El seno con su almena.

El neón de los cines
en su piel, en sus piernas.
Y en los leves tobillos,
una luz violeta.

El claxon de los coches
se desangra por ella.
Anuncios luminosos
ven fundirse sus letras.

Cuánta coma de rimmel
bajo sus cejas negras
taquigrafía el aire
y el aire es una idea.

El cromo de las motos
gira a cámara lenta.
Destellos, dioramas,
tacones, manos, medias.

Un solo parpadeo
y todo se acelera.
El carmIn es un punto
y es un ruido la seda.
La falda, los zapatos,
la blusa, la melena
se han ido con la luz
verde que se la lleva.

En un paso de cebra
-la ví y dije: ¡ella!
Y todos los motores
me clavaron su espuela.

El semáforo dijo
hola y adiós. Y era
muy pronto para todo,
muy tarde para verla.

El ámbar me mordía
los ojos y las venas
y la calle tenía
resplandor de pantera.

En qué esquina de yodo
su mirada bucea.
En qué metro de níquel
o burbuja de menta.

Ningún libro me dice
ni quién es ni quién era.
Ni su nombre ni el mío
intercambian fonemas.